En el mundo digital, la forma en la que nos relacionamos con la democracia atraviesa una transformación radical. Una que habría «llenado de orgullo y satisfacción» a sus fundadores. El pueblo, por fin, se proclama representante verdadero y absoluto de sus intereses… por primera vez en la historia…
Y es que el DNI digital se nos ofrece, no sólo como una gran herramienta de identificación o un poderoso aliado contra la corrupción. Estamos ante la herramienta definitiva para llevar a la perfección los derechos ciudadanos plenos, hasta ahora limitados por una práctica poco ortodoxa obediente a partidos políticos y diversos grupos de poder, caducada hace un par de siglos…
El horizonte que se abre ante los ciudadanos retira de pleno el voto delegado a los políticos para ejercerlo en primera persona. Las cuestiones fundamentales ahora las vas a decidir tú. O yo. ¿Lo mejor de todo? Es que ya no habrá que esperar cuatro años para convocar «elecciones». La facilidad de voto en tiempo real es fruto de la tecnología.
¿Te imaginas poder remover de la silla –en la que debe rendir cuentas– a un cargo electo si éste decide colocar a dedo a su hermano, simplemente haciendo click en tu teléfono móvil?
¿O solicitar con tu voto la apertura de diligencias a un político pillado infraganti al robar el dinero de los impuestos que el «estado» nos ha sacado a base de sangre, sudor y lágrimas?
Aquí, abro un paréntesis. ¿Cómo es posible que Hacienda –nos persiga– si no pagamos nuestros impuestos religiosamente, pero –no persiga a un político– si éste roba el dinero de dichos impuestos para «disfrutarlo» en prostitutas; viajes y comilonas; o cuentas en paraísos fiscales?
¿No es la hacienda pública la responsable de la custodia de dicho dinero? ¿No deberíamos los españoles dejar de pagar dichos impuestos si una sola moneda se desvía de su cometido legítimo?
Porque si el dinero de nuestros impuestos no va a dónde se nos dice que va, es señal de que nuestro dinero no hace la falta que se nos dice que hace y por lo tanto, es hora de plantarse ante un presunto fraude fiscal llevado a cabo por un presunto estado de derecho.
¿Cómo se ejerce el voto en tiempo real?
Hasta ahora, lo que he contado es factible. Realizable. Alcanzable. Deseable. Lo que no he dicho en ningún momento es que esto vaya a ser fácil. ¿O quizás sí?
¿Crees que alguno de los políticos de nuestra piel de toro cuyas nalgas resposan apaciblemente en una poltrona del gobierno o la oposición va a renunciar al momio de sueldo seguro, «trabajo» sin exigencias, horario de pacotilla, vacaciones a pedir de boca, e incluso pensión vitalicia? Vamos a tener que exigirlo.
A nuestro favor, la lógica, la tecnología y la economía.
La lógica: la democracia es el único sistema que lleva funcionando ininterrumpidamente desde el siglo XVIII sin cambios. ¿Tan bueno es? Si no hubiera quejas en ningún lugar del mundo o si no existiera la corrupción generalizada, igual nos lo podríamos pensar aunque sería insensato. La realidad es que la democracia, sobre el papel, no tiene nada que ver con la misma en la práctica. Así que lo lógico es DECONSTRUIRLA y REFORMULARLA a tono con el siglo XXI, y con el ciudadano como votante directo. Lo más lógico es pensar que el modelo actual ha CADUCADO, a la humanidad se nos ha agotado la paciencia, y la tecnología ha llegado para liberarnos.
La tecnología: hasta ahora, ¡y ya está bien el carrete que le han dado!, se nos decía a los ciudadanos que «las elecciones son complejas y por ello hay que convocarlas cada 4 años». Sea eso cierto o no, la realidad es que con el DNI digital, votar en tiempo real es algo bastante sencillo si lo comparamos con el sistema anterior.
Cualquier ciudadano puede presentar su candidatura en una web habilitada al efecto. No van a ser todos los españoles porque se exigirán unos requisitos (como se exigen en cualquier oposición): mayoría de edad; no estar incursos en procedimientos penales; un nivel de estudios, etc.
Durante un plazo determinado, todos podremos estudiar las candidaturas, hacer consultas a los candidatos que se postulen y luego votar. Lo bueno es que si nos equivocamos, podremos retirar nuestro voto en cualquier momento. En tiempo real. Cada candidato electo estará sometido a escrutinio en tiempo real. Podrá aumentar su nivel de confianza si los ciudadanos apoyan su gestión. Si no la apoyan, a partir de un nivel mínimo, dicho candidato afrontará un proceso de baja y el siguiente candidato que se hubiera postulado sin alcanzar el número de votos necesario, ocupará su lugar.
La economía: también hasta ahora se nos decía que convocar unas elecciones cada cuatro años era algo muy caro. Como vemos, el DNI digital nos ofrece una simpleza y economía sin precedentes. Por no hablar del dinero que vamos a ahorrar, desde el momento en el que, si alguien roba un céntimo, va a ser procesado y destituido del cargo EN EL ACTO.
¿Cómo se exige el voto en tiempo real?
Piensa: ¿qué herramientas tienes? ¿Ninguna? Sí. Hay una. El voto. Pero no el que piden incansablemente los partidos políticos. Es, más bien, el que no piden o desaconsejan.
Votar en blanco, votar a la izquierda, votar a la derecha, votar nulo… significa la misma cosa. Si quieres seguir creyendo en esa mentira, allá tú, ve y vota. Por si no lo sabes, tu verdadero poder reside en NO VOTAR.
¿Por qué? Porque la falsa democracia en la que vivimos no deja de ser un contrato. En dicho contrato, con tu voto (que equivale a tu firma) autorizas o mejor dicho –das poder– al sistema, a un político o a su partido, para que actúen en tu nombre. ¿Tan contento estás de cómo han usado tu poder hasta ahora?
Ahora piensa en los colores. Me da igual si estás convencido de que la derecha es mejor –o diferente– que la izquierda o viceversa. Ambas son la misma cosa. Dos caras de una misma moneda. ¿No me crees? Entonces ¿por qué cobra sueldo un político de la oposición? ¿No te das cuenta de que todo sería distinto si no lo cobrara? ¿No te das cuenta de que, para ellos, estar en el poder o en la oposición, da igual, cuando persigues un sueldo vitalicio y el sistema… te permite obtenerlo?
Los seres humanos no somos aves ni ganado para anillarnos y separarnos con un color u otro. Aunque nos sintamos muy «diferentes», casi todos tenemos aspiraciones y motivaciones muy parecidas. Queremos vivir bien. En paz. La prueba la tienes en que, a pesar de los pésimos gobiernos del mundo, la gente no inicia una guerra. Por eso, tenemos que reivindicar nuestro deseo de gobernar mediante DNI digital, y para ello, el camino a recorrer es el de la abstención masiva.
Cuando te abstienes, retiras tu «poder». Los políticos, de cualquier color, dejan de existir al perder la legitimidad que necesitaban para hablar en tu nombre. En otras palabras, les llega la hora de marcharse a su casa.
Allí y con el DNI digital en la mano podrán seguir votando. Sólo que ahora su voto valdrá lo mismo que el tuyo. O el mío.
Es hora de tener muy presente que la democracia no es solo un derecho, también es una responsabilidad.
Con el DNI digital la tecnología está de nuestro lado, así que brindemos por un futuro cercano en el que quede desterrado para siempre que otros pongan voz a nuestras decisiones y en el que, cada persona, seamos actores principales en el teatro de la política.
Unidos en esta noble tarea, nadie podrá detenernos: ni con colores ni con siglas.