Estrenada en EE.UU. –no por casualidad– el 4 de julio, día de la independencia norteamericana, la película está batiendo récords de taquilla contra todo pronóstico… o quizás sería más correcto decir, a pesar de innumerables zancadillas para evitar la divulgación de su contenido.
Esta es una historia de David contra Goliat. También es la historia de un puñado de poderosos, obscenamente ricos gracias a las guerras y al sufrimiento, que dirigen el mundo tras bambalinas, en su propio provecho.
La pederastia según la RAE, –antes que alguno, alguna o “algune”– modifique su definición, en su segunda acepción reza así: Abuso sexual cometido con niños. Y de eso trata Sound of Freedom, de abusos sexuales cometidos con niños.
Que el sistema democrático es un modelo enfermo y decadente, por mucho que la impenitente propaganda propalada por incontables medios no repare en gastos, lo prueban tantas y tantas situaciones en las que el mal se ensalza como bien, y el bien se demoniza a la vista de todos.
No hace falta ser padre para que la infancia, la sana infancia, sea algo de tu interés. Basta con que seas una persona de bien. Algo que la basura mediática ha puesto en su punto de mira destructivo mediante el relativismo: ¿qué es el bien? ¿quién decide qué es correcto y qué no?
Si eres padre ¿crees que los abusos sexuales a tus hijos pueden ser algo bueno? Si eres una persona de bien, te pregunto: ¿violar a un niño en su infancia, arrancarle su inocencia, corromperlo mediante el sexo…, es algo bueno? ¿Para quién?
No concibo que una buena persona pueda ver la pederastia/pedofilia con buenos ojos. Es más, tampoco creo que una buena persona pueda quedarse de brazos cruzados ante esta realidad. Porque mantener el bien común, exige del esfuerzo común.
Un argumento de interés universal
El tráfico mundial de niños como esclavos sexuales, es lo que denuncia Sound of Freedom. La película, dirigida por Alejandro Monteverde e interpretada por Jim Caviezel (“La Pasión de Cristo”) narra la vida de Tim Ballard. Exagente de la CIA y de la HSI Homeland Security Investigations. Ballard lleva años rescatando miles de niños de las manos de pederastas; denunciando y deteniendo a traficantes de trata de personas; desarticulando redes de pornografía infantil…
Un trabajo sucio que a muy pocos nos gustaría hacer, y del que se lucran los seres más despreciables de nuestro planeta pero que, gracias a personas como Ballard es combatido a diario.
En la recomendable entrevista de Agustín Laje Arrigoni a Eduardo Verástegui, productor mexicano de la película, y que puedes ver en el siguiente enlace te enteras de que Estados Unidos ostenta el repugnante récord de ser el país pedófilo número 1 del mundo como principal “consumidor” de sexo infantil.
También te enteras de que México es el país “suministrador” número 1de niños para ser abusados sexualmente entre la depravada clientela.
¿Un argumento de interés universal?
Si ahora el epígrafe te interroga es porque, a nuestro pesar, demasiadas personas están interesadas en ocultar esta realidad. No olvidemos que se trata de un negocio con cifras superiores al tráfico de armas y a punto de superar las del tráfico de drogas.
En la entrevista anteriormente recomendada, Verástegui cuenta que el rodaje comenzó en 2018. Numerosos contratiempos estuvieron a punto de arrinconar la idea en varias ocasiones. Ya en 2023 y con la cinta terminada, de nuevo los conflictos hicieron peligrar su estreno en salas. Rechazada por compañías como Disney –la cual adquirió los derechos de forma casi accidental–, 20th Century Fox, Netflix o Amazon. Cuando, por fin, vio la luz a través de la pequeña distribuidora Angel Studios, el milagro se produjo en Estados Unidos: la primera semana, adelantó en taquilla la nueva entrega de Indiana Jones, con presupuestos de producción y lanzamiento que sobrepasaban abultadamente a Sound of Freedom.
Con ello, los ciudadanos hablaron. La película ahora mismo es un fenómeno de masas al alcanzar los 100 millones de dólares en taquilla. Y aún falta Europa. El estreno en España está previsto para finales de agosto.
Sin embargo, Sound of Freedom, aparte de las numerosas dificultades antes mencionadas y a pesar de la buena acogida dispensada por un público interesado en despertar del letargo democrático, sigue enfrentándose a nuevos combates. Algunos artículos de la prensa americana más progre intentan desacreditarla ante la opinión pública con argumentos con los que se definen política, ética, moral y socialmente.
Aquí van algunos ejemplos:
THE WASHINGTON POST
“Sound of Freedom es un éxito de taquilla cuya estrella abraza a QAnon”
Traducción: lo de menos es la trata de niños para ser explotados sexualmente.
RETRATADO: el Washington Post hace años que dejó de ser un periódico confiable. Como tantos que sirven a la voz de su amo.
GUARDIAN US
“Sound of Freedom: el thriller adyacente a QAnon que seduce América”
Traducción: lo de menos es la trata de niños para ser explotados sexualmente.
RETRATADO: El Guardian también desvía la atención hacia las teorías de la conspiración para tratar de encubrir algo diabólico.
ROLLING STONE
“Sound of Freedom es una película de superhéroes para padres con gusanos en el cerebro”
Traducción: lo de menos es la trata de niños para ser explotados sexualmente.
RETRATADO: Rolling Stone coquetea con el mal sin remordimientos.
Estos tres ejemplos que ya han hecho correr ríos de tinta en RR.SS., parecen tener un punto en común a la hora de denostar Sound of Freedom: ahora que en algunos países se habla de legalizar la pedofilia, –sí, como lo oyes –, Sound of Freedom, pone el dedo en la llaga sobre una monstruosa realidad que intentan colarnos en clave de libertad o conquista social, en vez de ser señalada como la aberración de mentes enfermas, de sexaholics, cuyos umbrales de placer han descendido a los infiernos para disfrutar mientras roban la infancia e inocencia a un niño.
Si todos despertamos, la pesadilla terminará. Y la tortilla, por fin, dará la vuelta.