La tecnología avanza a tal velocidad que parece que ya no va a ser suficiente con reciclarnos permanentemente. Ahora, además, vamos a tener que «desaprender» algunos conceptos que parecían inamovibles… a partir del razonamiento más científico. Desde hace algunos años, todos venimos oyendo las maravillas de la IA (inteligencia artificial) para esto, aquello o lo de más allá. Supongo que los que trabajan con ella a diario, científicos, investigadores… no se sorprenderán de lo que voy a contar. Sin embargo, los que nos dedicamos a la comunicación, tenemos menos posibilidades de desarrollar programas de reconocimiento facial, de voz, experiencias 3D, robots…, todo ese mundo con el que nos topamos de vez en cuando, en cierta publicación especializada y que esboza el futuro al que nos dirigimos vertiginosamente. La primera versión de Photoshop que dominé fue la 2.5. No hagas cálculos, ya te lo digo yo: año 1992, 2 años después de lanzada la versión 1.0 en EE.UU. Dicha versión quedaba más cerca del Paint de Windows o MacPaint de Mac que del Photoshop que hoy todos conocemos. A pesar de las grandes carencias que tenía, había algo que dejaba entrever su enorme potencial y nos hacía pasar horas delante de la pantalla del ordenador, capturados por su magia. No olvidemos que hasta el año 90, cualquier retoque que debía hacerse en una foto y en publicidad se retocaban muchas, se hacía en el Reino Unido o en Estados Unidos. Únicos países a los que podías enviar a un ejecutivo con la diapositiva en cuestión, generalmente tamaño 9x12cm, un boceto de los creativos con indicaciones precisas de qué fondo había que cambiar, qué elemento sustituir o qué color alterar, para, a través de un proceso fotográfico denominado photocomposition (no confundir con el proceso del mismo nombre para composición tipográfica) y tras abonar uno o dos días de hotel y una factura cercana a los 6.000 a 9.000 € de hoy, que venían a ser… ¡un millón o un millón y medio de pesetas de la época! volvía a la agencia con la foto retocada para que el cliente cayese desmayado de satisfacción. Bueno, no siempre se desmayaba de satisfacción… A modo de nostágico recuerdo, diré que el proceso consistía en ampliar fotográficamente la diapositiva y una serie de auténticos artistas, cortaban físicamente o dibujaban con la ayuda de aerógrafo los detalles requeridos para volver a fotografiar, reducir y entregar el resultado final. Hoy nos parece de locos, pero entonces era… ¡lo más! Eran los gloriosos años 80. Por eso cuando entró el Photoshop en escena, una industria entera se desmoronó al mismo tiempo que el retoque fotográfico quedaba al alcance de tu cuñado… el contable. Photoshop destronó a las Repromaster y Escofot de los estudios publicitarios. Toooodo empezó a hacerse con Photoshop. Pronto aprendimos que una imagen se podía reducir pero no ampliar, so pena de que apareciese el tan temido pixelado o la imagen apareciese borrosa, con artefactos… Hecha una pena, en definitiva. Y eso tenía sus consecuencias. Las fotos son capturas de momentos, fragmentos de vida, en ocasiones, irrepetibles. Por ello, más de una vez tuvimos que lidiar con fotos de uso obligado y calidad lamentable. Para minimizar sus defectos optábamos por reducirlas o desarrollábamos técnicas que permitían ampliarlas convenientemente, algunas las explicaré en otro post,  eso sí alterando su aspecto, pero otorgándoles un marcado carácter gráfico. Eso era así… hasta ahora. ¿Qué te parece si te digo que desde hace un tiempo puedes usar una imagen pixelada, tras el conveniente proceso que la convierte en una foto, aparentemente, en alta resolución? No estoy hablando de fondos planos de color que aguantan bien el resampleo ni de imágenes con un patrón repetido interpolable… Hablo de fotos normales: un rostro, un paisaje, un producto… ¿Magia? Desde luego la gente de letsenhance.io/ lo llaman magic. En su web puedes disfrutar de la sorprendente experiencia. Supongo que en más de una ocasión habrás intentado ampliar una foto en Photoshop alterando los patrones de interpolación: por aproximación, bilineal, bicúbica…  y habrás visto que ampliar, se puede ampliar…, lo que no se puede es ampliar… y mantener los detalles. Pues bien, el proceso de la gente de Let´s Enhance es, como poco, interesante. Te animo a probar con una imagen pequeña de no más de 250×250 píxeles unos 180 kB. Vamos, algo que no podrías usar más que como icono o miniatura. Tras procesarla en su web, obtendrás un archivo de 4 veces su tamaño. En este caso de 1000×1000 px y 2,86 MB, algo más útil. De forma gratuita podrás subir hasta 5 archivos al mes, de 5 MB cada uno máximo. El proceso que siguen integra al parecer 3 etapas para resamplear, eliminar el característico ruido de los jpeg y añadir bordes y detalles, la parte ciertamente más sorprendente que incide directamente en la percepción final. Si todo esto te parece poco y tus conocimientos digitales van más allá, te animo a entrar en la polémica suscitada por el desarrollador de software y emprendedor Andrey Nikishaev quien nos propone a través de un proyecto denominado TensorFlow, obtener los mismos o parecidos resultados si nos animamos a montar una web parecida a la de Let´s Enhance e incluso, ganar dinero con ello… No sería nada extraño que Adobe, la empresa propietaria de Photoshop, a estas horas estuviese sentada negociando la compra de dicha tecnología para una futura versión de su herramienta estrella. El mundo digital marca el paso, en ocasiones marcha atrás para «reaprender» y abrir una nueva ruta, a técnicas impensables hace unos días, unos meses, unos años…
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