Esta entrada recoge el texto íntegro de mi último editorial en EL MONÁRQUICO.
En la actualidad la iglesia católica se enfrenta a una nueva evangelización, toda vez que España y Europa han seguido un proceso de “descristianización” conducente a vivir la realidad actual a consecuencia de haber olvidado que el catolicismo fue la base sobre la que se consolidó el continente europeo.
Así, de manera análoga quiero traer a este editorial los valores apuntados en el titular, que no son otros que aquellos que definen a un monárquico, o sería más prudente matizar… tradicionalmente han definido a un monárquico. Cabe incluso añadir que detrás de Dios, patria, rey, estaría el mundo. La sociedad.
Sentados estos principios, muchos lectores, monárquicos, simpatizantes o miembros de la H.N.M.E, más de una vez se habrán topado con alguien para quien estos valores eran los mismos, pero…, en otro orden. Al mismo tiempo, ninguno de ustedes es ajeno a que hoy, asistimos al momento más difícil de la monarquía desde su restauración en la transición española.
Mi madre, mujer sabia, muchas veces me increpaba a mí o a mis hermanos, cuando en un tema capital nos desviábamos de algo que a su parecer evidenciaba una “falta de temor de Dios”. Hoy, repuesto de la intranquilidad que sus palabras me generaban y merced a la elaboración de la idea del temor de Dios, que en definitiva, no es otra que el respeto a dejarle obrar en nuestras vidas, se me antoja verosímil la interpretación de muchos acontecimientos recientes a merced de esa falta de “temor de Dios”.
Resulta inaudito que estemos volviendo a los postulados políticos que llevaron a España a padecer 2 repúblicas nefandas, hasta desembocar en una Guerra Civil. Hay que leer mucho para entender lo que ocurrió, cosa que ha hecho un servidor, por lo que señalo como responsables del desastre a los políticos de entonces. Fueron capaces de sumir a los españoles en una guerra fratricida, para exiliarse tranquilamente algunos… después de liarla parda.
En 1931, un parlamento trufado al 80% de masones -numerosos datos contrastables lo avalan- tanto a la izquierda como a la derecha, ¡oh! sorpresa de los que todavía no se han enterado de que los partidos políticos no son muchas veces los que manejan el verdadero poder… dio al traste con la monarquía española de Alfonso XIII.
Parece claro que D. Juan Carlos I ha cometido errores durante su reinado. ¿Qué ser humano no lo hace?. Pero esos errores, están siendo manipulados para tratar de liquidar la institución monárquica.
Un ejemplo: pasados los 40 años de experiencia democrática, no ha habido prácticamente ningún gobierno que no haya cometido errores, con sus presidentes al frente… A pesar de ello, cada vez que un nuevo gobierno ha tomado el relevo; en lugar de pedir las cabezas o procesar legalmente a los culpables -con toda una plétora de evidencias delictivas en sus manos- no lo ha hecho.
¿Por qué?
Porque habría equivalido a poner en tela de juicio la validez del modelo democrático.
Llegados a este punto, animo a los españoles de buena fe, monárquicos o no, a no entrar al trapo sobre un amañado referéndum para dirimir si debe seguir la monarquía, la cual ha demostrado su eficacia en la estabilidad española durante siglos. El referéndum que debe hacerse es si debemos mantener la democracia, tal y como la conocemos, con numerosos corruptos, verdaderos responsables del desastre que vivimos. Si los políticos hubieran hecho bien su trabajo, la situación de España hoy sería distinta.
Toca cambiar de registro. He dejado para el final, mi despedida de todos ustedes. Mi paso por EL MONÁRQUICO, se salda con 12 editoriales y apenas 100 días en la dirección del semanario. Sé que las personas que leen EL MONÁRQUICO son inteligentes, por eso no me extenderé en las razones que han motivado mi DIMISIÓN con carácter firme e irrevocable. Pueden resumirse en el riesgo de alterar el orden de prelación de mis convicciones, en secuencia… mundo, patria, rey y Dios.
Todo un placer haber servido a mis lectores. Cordialmente, hasta siempre.