Sin embargo, este artículo está enfocado a la conciencia y consciencia ciudadanas; a proponer soluciones sencillas y efectivas. Comenzaré por decir que terminar con la lacra que supone la obsolescencia programada, quizás hoy, esté más cerca que nunca. Eso sí, será necesario algún esfuerzo para conseguirlo.

Vigila los argumentos falsos: información y educación

Si entras en la web de Iberdrola, en su pestaña de sostenibilidad –¡cómo no!– podemos leer: “ventajas y desventajas de la obsolescencia programada – la obsolescencia programada tiene ventajas para las empresas fabricantes de los productos y para el propio sistema económico, ya que permite mantener o incluso aumentar las ventas año tras año al incentivar el consumo. A su vez, la sociedad también se beneficia de una constante inversión en I+D+i. Pero, sin duda, tiene sus desventajas.

Una declaración como ésta, representa un grave problema de desinformación. Desinformación interesada, para más inri.
Y es que, algo malo en sí, no debe justificarse tratando de encontrarle puntos positivos, como los tres pies al gato; salvo que deseemos hacer carrera en el condenable relativismo rampante actual. Si lo hacemos, incurrimos en supuestos aparentemente válidos como el del asesino en serie que, a su vez, es un magnífico jugador de póquer. ¿Acaso debería tener en cuenta dicho talento el juez para aminorar o conmutar su condena?

La declaración de intenciones de Iberdrola, viaja en primera clase del tren en marcha del relativismo, al señalar: “La obsolescencia programada tiene ventajas para las empresas fabricantes de los productos”. Fabricantes: 1, consumidores: 0.

Viaja en dicho tren porque el párrafo continúa para añadir, “y para el propio sistema económico, ya que permite mantener o incluso aumentar las ventas año tras año al incentivar el consumo.” ¿Perdóón?
¿A quién se le permite “mantener o incluso aumentar las ventas las ventas año tras año”? ¡A los fabricantes! Desde luego ni tú ni yo nos vamos a beneficiar con esto, aunque está redactado para que lo parezca, ¿o no es así? Fabricantes: 2, consumidores: 0.

Ahora bien, el remate de este falso argumento buenista/oportunista viene cuando señala como una ventaja “incentivar el consumo”. En otras palabras, comprar más, aunque no nos haga falta. Si compramos más, tenemos menos dinero: verdad de Perogrullo.
Así que la ecuación correcta queda así: la obsolescencia programada permite a los fabricantes GANAR más dinero y a los consumidores PERDER más dinero. Ya no resulta tan poético. Por eso en la web de Iberdrola lo endomingan de inocente fake-new.
Fabricantes: 3, consumidores: 0.
Como ves, te facilito el tanteo de los goles que nos meten por la escuadra para que no tengas que usar la calculadora.

Termino esta primera reflexión con el párrafo más creativo de todos: “A su vez, la sociedad también se beneficia de una constante inversión en I+D+I“.
Esto es rotundamente falso. Veamos porqué.
Al ser un argumento esgrimido por Iberdrola esta empresa debería demostrar: ¿cómo la I+D+I de Iberdrola ha conseguido bajar el recibo de la luz de los últimos años?
No ha saltado a los medios ningún proyecto de I+D+I de Iberdrola, –compañía que ve con buenos ojos la obsolescencia programada– por el que hayan sido merecedores del premio Nobel o un reconocimiento semejante. Y no será porque no tienen dinero para I+D+I…

No voy a profundizar más. Simplemente diré que es hora de REVISAR aparentes verdades, que en realidad son mentiras. Tienes derecho. Tenemos derecho. ¿No vivimos en un estado de derecho? Aprovechemos. Al menos, hasta que lo tuerzan del todo, como promete la Agenda 2030, la cual entre otros cometidos, pretende convertir en “sagradas e intocables”, mentiras como la expuesta. También te animo a leer este artículo, Agenda 2030: el mundo feliz de Huxley

Por si no ha quedado suficientemente claro, el primer esfuerzo a hacer para terminar con la obsolescencia programada es: informarnos, para formarnos.

 

Trending-Topic is dead. Long live to Consistent-Topic!

Trending-Topic… bien pero, ¿quién decide que algo es trending-topic? ¿Los youtubers? ¿Los influencers? ¿Los gurús de la moda?
¿Cambias de teléfono cada vez que sale un nuevo modelo? ¿Renuevas la cocina que está nueva por otra –más bonita– que has visto en Instagram? ¿Cambias de coche cada dos años porque tu vecino lo hace y no quieres ser menos que él?

Detrás de esas conductas, no hay otra cosa que insatisfacción. O falta de realización. Un tema de largo recorrido tratado infinidad de veces por psicólogos, sociólogos, médicos, periodistas…
En este caso, no tienes un problema. Lo tenemos todos. Sin embargo, la solución sólo puedes dársela tú. Se trata de un nuevo esfuerzo. Por tu parte y, a la vez, por parte de todos. Debemos revisar el paradigma. Hablamos muchas veces de construir un mundo mejor y nos enfocamos mal. Buscamos soluciones de fuera hacia dentro; cuando las verdaderamente eficaces son las de dentro hacia fuera.
Es hora de desarrollar la propia personalidad: crecer como personas. Ser consistentes con nosotros mismos. El futuro es Consistent-Topic.

 

Consumir menos para molar más

Nuestros abuelos no necesitaban la mitad de las cosas que tenemos ahora. En cambio, disfrutaban de la familia; se alimentaban con alimentos frescos –en lugar de precocinados– que compraban y cocinaban a diario; comían en casa; caminaban más porque no iban en coche a por el pan; tenían menos problemas de salud derivados de una vida sedentaria y malos hábitos…

¿Qué no tenían? Básicamente, una industria de marketing trabajando las veinticuatro horas del día para crear necesidades ficticias o “modas” insignificantes como tenemos ahora.
Por eso, también es hora de REVISAR nuestro estilo de vida, alejado de los trending-topic de pandereta y poner rumbo al verdadero sentido de nuestra existencia.

Un sentido consistente con nuestra personalidad; nuestra forma de pensar y de sentir. El sentido único de cada individuo. Algo muy alejado del sentido prefabricado de la vida, servido por el mainstream al rebaño global, como falsificada medida del “éxito” o la “buena vida”.
Unos lo encuentran en la meditación; otros en la ayuda a los demás; otros lo encontramos en Dios…

 

¿Con quién contamos para conseguirlo?

Primero te diré con quién no contamos. No cuentas con las empresas. Esas que en su web dicen una cosa pero en la realidad hacen otra. Muchas. Los gobiernos. Si lo hubieran querido hacer, ya lo habrían hecho. Dejemos de ser ingenuos.
Ahora la realidad. Contamos contigo. Y conmigo. ¿Te parece poco? Yo conozco a mucha gente. Seguro que tú también. Hagamos que nuestra apuesta sea verdaderamente trending-topic. Sencillo. Honesto. Humanitario. ¿Quién no quiere dejar de pagar por cosas realmente inútiles? ¿Quién no se ha planteado alguna vez que el sistema en el que nos mueven no lleva a ninguna parte salvo al crecimiento económico desaforado de unos pocos? A mí, me hastía el panorama.
¿Qué hago? Escribo. Comparto reflexiones e investigación. Invito al debate.

 

Algunos ejemplos

Reservo lo mejor para el final. Mucha gente ya se ha dado cuenta de todo esto y empieza a proponer soluciones.
Una muy buena forma de combatir la obsolescencia programada es comprar productos atemporales. Aquellos que van a durar más en cualquier circunstancia. En ocasiones, llevará aparejado un precio de compra algo mayor. Pero quedará compensado automáticamente con la vida útil de producto. Esta práctica conlleva un cambio de tendencia muy, pero que muy significativo. Es la vía para transitar de productos-basura a productos buenos y duraderos. Si te preocupa el planeta, no hay otra mejor.

Lo siguiente es castigar a las empresas que cometen malas prácticas. Algo bastante fácil hoy, mediante las RR.SS. Las compañías cada vez ponen mayor celo en cuidar su imagen, como consecuencia del impacto en redes sociales: se sabe cuándo empieza una crisis de reputación pero no cuándo ni cómo acabará.
Malas empresas son las que nos obligan a usar productos que no tienen reparación posible sin “romper” el producto en sí. La actual Ley de Consumidores, en vigor desde el 1 de enero de 2022, eleva la garantía de bienes a los 3 años y establece la obligación de reparar los productos durante 10 años, a partir de la fecha en que el fabricante los dejó de producir.

Nuestras obligaciones nos son recordadas impenitentemente, muchas veces vía sanción. No así nuestros derechos. Por eso conviene conocerlos tan bien o mejor que nuestras obligaciones.

Cambiemos la forma colectiva de pensar. Hay que volver a comprar las bebidas entregando los “cascos”, como se hacía antiguamente. Todo un ejemplo de economía y ecología circular, en lugar de monsergas y postureo.
Debemos volver a reparar electrodomésticos. Para eso necesitamos electrodomésticos que se “dejen” reparar. Exígelos. Hay que volver a arreglar la ropa y los zapatos. La cantidad de productos para tratarlos hoy en día, nos permite darles una nueva vida y renovar su aspecto.
Al mismo tiempo debemos dejar de consumir “ropa-basura de moda”. Ésa que caduca en tu armario, a veces, antes de estrenarla.

También podemos extender la vida útil de los ordenadores y cacharros mil, en lugar de convertirlos en basura digital. Por ejemplo, ¿sabías que a tu antiguo ordenador que ya no admite actualizaciones de sistema operativo, puedes ponerle un sistema gratuito LINUX? Con LINUX volverás a navegar por internet con seguridad actualizada; podrás usar libre-office; ver vídeos y muchas cosas más, en lugar de tenerlo en la sala de espera del vertedero de la esquina.

Por último. Te invito a descubrir el proyecto Alargascencia de la ONG Amigos de la Tierra. En su web han creado una red de establecimientos españoles en los que podemos reparar; intercambiar; alquilar y comprar productos de segunda mano.
Wallapop, también aporta su granito de arena al poner en contacto a usuarios que compran e intercambian un sinfín de cachivaches, lo que alarga la vida útil de estos.

Obsolescencia programada: tic, tac, tic, tac, tic, tac…

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