Me gustaría ofrecerte la receta pero no la tengo. Sí puedo, en cambio, compartir reflexiones sobre un reciente comentario mío en Linkedin, recomendado más de 1000 veces.
No paso demasiado tiempo en Linkedin pero cuando accedo procuro aprovecharlo al máximo. Leo todos los posts que puedo. Contesto a preguntas o nuevas solicitudes de contacto y doy un vistazo a las novedades.
A primeros de octubre me topé con una curiosa pregunta formulada en clave, casi de encuesta, por la Bolsa de Empleo de Honduras. Era ésta, ¿Debería estar el salario en la descripción de la vacante?
Un rápido recorrido por las respuestas iniciales me permitió apreciar una tendencia: numerosos profesionales estaban de acuerdo en que NO DEBERÍA ESTAR. Justificaban tal decisión argumentando la pérdida de capacidad de negociación de la empresa.
Reconozco que dudé unos segundos antes de dar mi opinión. Pensé que mi argumento no iba a ser bien recibido dada la corriente a favor de ocultar el dato.
Tras disponerme a sortear el chaparrón, escribí lo siguiente:
Personalmente opino que no ponerlo es inmoral. Hace no demasiados años era impensable. Pero claro, existían valores que, hoy, son cosa del pasado. Dos ejemplos: ¿aceptarían los mercados cotizaciones de empresas que no rindiesen cuentas? ¿Venderías una casa fácilmente sin poner el precio?
Numerosas empresas reflejan en sus webs la importancia del talento humano o su compromiso con el medio ambiente. La realidad: pocas están dispuestas a pagar el primero ni a cumplir el segundo. Se cacarea la transparencia. Se practica la opacidad.
No indicar la cifra de retribución envía, probablemente a los mejores candidatos, un mensaje claro: No pensamos pagar lo que vales. Tampoco vamos a negociar. Contigo vamos a ahorrar.
Una práctica deleznable que atenta contra el ser humano en primer lugar y contra la RSC de la empresa en segundo.
Para mi sorpresa, en pocos minutos decenas de personas estaban recomendando mi comentario, compartiéndolo y enviándome solicitudes de contacto.
En una semana eran cientos de recomendaciones. Pensé que con los días la cosa quedaría ahí y la gente se centraría en noticias más recientes. No fue así. Tres semanas más tarde, superaba los mil comentarios positivos y seguían llegando nuevas solicitudes de contacto. Sorprendentemente, muchas eran de técnicos de RR.HH.
¿A qué conclusiones nos lleva todo esto?
Empezaré por la más inesperada. Que una empresa decida no poner la cifra de retribución no siempre es una recomendación de los expertos de RR.HH. Algunos así lo manifestaron en sus comentarios. Esta desalineación representa una esperanza para que las cosas cambien. Las empresas no solo deben parecer éticas, honestas, equitativas, sostenibles y creíbles. Deben serlo. Deben dar ejemplo a la sociedad. La reputación construida durante años puede desmoronarse en pocas horas.
Cuando escribí mi comentario me preparé para una lluvia de contestaciones opuestas. La sorpresa es que no fue así. ¿Por qué?
Creo que la adhesión mostrada por tantos a mis palabras nació de la identificación con mi voz. Una pequeña voz que decidió hablar en un mundo silenciado por voces que gritan más, probablemente para reprimir sus escrúpulos, conscientes de que la razón no está de su lado.
De forma habitual comparto artículos y reflexiones de mi blog juancarlosayuso.com, en Linkedin. Cuando escribes, deseas que tu mensaje sea tenido en cuenta, leído, compartido. Pues bien, nunca antes tuve una repercusión semejante con un artículo o comentario mío.
He conocido bastante gente en mi vida profesional. Personas de notable éxito. Y todas coinciden en algo: el éxito les sorprendió en su vida. Esto no significa que considere mi comentario como un éxito. Significa que no sé por qué dicho comentario, precisamente ése, ha tenido tanta repercusión.
Expuse mi punto de vista –que no rema a favor de la dañina corrección política–, como hago habitualmente en mis artículos. Me preparé para el debate con una buena cantidad de argumentos. Uno de ellos, ¿por qué las ofertas de empleo a día de hoy, están en manos de unas pocas empresas multinacionales de RR.HH.?
Por último, traté de activar la memoria colectiva. Hemos pasado de costumbres sanas y favorables al ser humano a otras, perjudiciales, cuyo único beneficio es el económico para unos pocos.
Está muy bien hablar de Responsabilidad Social Corporativa y está, aún mejor, ponerla en práctica en las empresas. Pero no olvidemos que el Bien Común, es mucho más antiguo que todo esto y viene a decir lo mismo. Sólo que mucho mejor.
Puedes ver el hilo original en el siguiente enlace
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