La conocida frase de Bruce Lee «sé como el agua amigo mío», a veces ha sido traducida –a mi parecer, erróneamente–, como: «vive a pesar de lo que ocurra».
A continuación, explicaré porqué esa apreciación es desacertada mientras trasplanto la expresión a un terreno falto de abono: la actualidad mundial. ¿Le habría disgustado al maestro de Jeet Kune Do mi atrevimiento? Quizás no.
Bruce Lee a partir del esfuerzo personal; entrenamiento duro; constancia y enfoque en sus objetivos, se convirtió en ejemplo de resiliencia y voluntad tenaz para llevar su cuerpo y su mente, sus respuestas y sus reflejos, al lugar donde nadie había estado antes: el podio del artista marcial más carismático e influyente de la historia.
Su pasión por alcanzar la excelencia en las técnicas de lucha le llevó a fusionar varias de ellas en un estilo propio: el Jeet Kune Do o «camino del puño interceptor».
El Jeet Kune Do no sólo es un arte marcial. Es una filosofía. Como casi todas las artes marciales. Un estilo de vida para alcanzar mayor flexibilidad, capacidad de adaptación y disciplina. Y no sólo en el cuerpo. También en la mente, en la vida, en las relaciones con los demás…
Y justo aquí, en esta realidad, es dónde debe insertarse «be water my friend». ¡Adáptate! A tu entorno. A tu vida. A tus dificultades.
«Vivir a pesar de lo que ocurra» no encierra ninguna enseñanza. Todos lo hacemos a diario. Tanto si viene bonito como si viene feo. No nos queda más opción. Es algo que sucederá con nuestra aceptación o sin ella.
Sin embargo, la adaptación es un acto consciente. Un acto en el que se requiere la voluntad. Y la voluntad se adapta, precisamente, para obtener lo mejor de cada situación.
En un combate a muerte, enfrentarte a un enemigo más rápido que tú, es distinto a hacerlo contra uno más fuerte que tú. En ambos casos, la capacidad de adaptación puede salvar tu vida.
Llevada a una esfera de menos susto o muerte, la capacidad de adaptación es vital para sobrevivir en el cambiante entorno laboral o evitar ser engullido por las arenas movedizas de la adolescencia de los hijos. Mil ejemplos más esperan tu elección.
Agua, sí. Pero, ¿por qué?
Podemos imaginar la frase de Bruce Lee brotando de su cabeza a consecuencia de las lecciones recibidas de su maestro Yip Kai-man, popularizado por el cine como Ip Man.
Los dos, al borde del delta del Río Perla, a unos 100 km de Hong-Kong, observan el correr del agua.
–¿Ves este río? No es el que viste ayer…
–¿Cómo es eso maestro?
Y el maestro, sin responder, prosigue…
–El agua que hoy bebes, es la misma que bebió Lao Tzu ayer…
Bruce, perplejo, no entiende nada de lo que le dice Yip Kai-man. En su interior sabe que su maestro está tratando de mostrarle un camino pero él no lo consigue ver.
Sin embargo, algo en él sí debió verlo. Tanto como para animarle a estudiar Filosofía en la Universidad de Washington.
Pero, volvamos al agua…
El agua, obviamente, se adapta a cualquier receptáculo. Tú eres el agua y el receptáculo es tu entorno. Una verdad de perogrullo.
Sin embargo hay algo más. Ese algo más, ¿está implícito en el mensaje de Bruce Lee? Nunca lo sabremos…
Todos hemos oído alguna vez: «algo tendrá el agua cuando la bendicen». Frase que, por regla general, suelen pronunciar escépticos espirituales para denotar que existen conceptos no abarcables por su materia gris.
Si te detienes a pensar, el agua no es cualquier elemento del planeta. Para empezar, si atendemos a las enseñanzas de Lavoisier «la materia ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma», ineludiblemente llegamos a la conclusión de que cada vez que abrimos el grifo para calmar nuestra sed, nos estamos chutando un vaso de fósil líquido. No es una exageración. El agua es el único mineral del planeta que puede encontrarse en forma sólida, líquida y gaseosa.
Y con la misma que tú y yo bebemos, remojaron sus gaznates los cartagineses, por irme unos pocos días atrás…, en ese ciclo sin fin que llega hasta hoy.
¿No es asombroso?
También es asombroso que, a diferencia del resto de elementos de nuestro planeta, mientras todos se contraen al ser congelados, el agua se expande. Cualquier físico o químico lo puede constatar.
Sin embargo, su respuesta siempre estará incompleta: no saben por qué o para qué presenta el agua esta propiedad…
Un vaso medio lleno del 60 al 70%
Por seguir con el asombro. El «ingrediente» principal de nuestro cuerpo es el agua. Del 60 al 70%, dicen.
Estamos hechos, principalmente de agua, dentro de ese receptáculo que llamamos cuerpo. Y esto da qué pensar.
Los arquitectos y constructores saben lo difícil que puede llegar a ser luchar contra el agua cuando aparece en una vivienda en forma de humedad.
A veces, a través del subsuelo. Otras, atravesando una pared. En ocasiones, colándose por el techo.
Si se da una acumulación de agua indebida, en o cerca de una vivienda, aquella encontrará el camino y se hará visible antes o después.
Sin temor a equivocarme, podría afirmar que el agua es indestructible. Quémala y se evaporará para volver en forma de nube. Retuércela… Divídela… Congélala…
No te desharás de ella así como así.
Agua, verdad y esperanza
La verdad no vive sus mejores horas en 2025. La posverdad, neologismo para renombrar la mentira y hacerla más palatable a los menos instruidos, o las fake news, dibujan el paisaje cotidiano a consecuencia del depravado trabajo político de una institución internacional denominada democracia que no es más que una dictadura encubierta, en la que el nombre y responsabilidad del tirano se difumina entre parlamentos nacionales, provinciales y locales, y miles de caraduras chupando del bote.
Tampoco la democracia se arregla con más democracia, como sugieren propagandistas interesados. Eso equivale a decir que los crímenes se arreglan con más crímenes.
La democracia es un modelo de gobierno malnacido. Fallido para los ciudadanos desde su concepción. Trufado de oportunidades para los seres dispuestos a vender su alma, o intenciones, por dinero; poder; ambos; o un silloncito en el que repantingarse sin hacer nada. O nada de fuste.
Si das un vistazo al mundo, el panorama es desolador. Mires donde mires hay corrupción. Escándalos. Crímenes. Abusos. No voy a extenderme. Todos lo sabemos.
Siempre me he preguntado cómo es posible que la gente no se dé cuenta de esta farsa monumental.
Las democracias, modelo de gobierno cortesía de la masonería internacional y, prueba de ello, es que en todas opera la masonería de forma protegida mientras se ataca a la iglesia católica de forma permanente, se rigen por «constituciones» -nombre rimbombante- en las que se desgranan los derechos y obligaciones de sus súbditos.
Por eso, tienes la obligación de pagar impuestos cada vez más altos. También tienes la obligación de no sublevarte, porque para ello la propaganda trabaja incansablemente para que te sientas agradecido por no tener una dictadura. Esto último no significa que la democracia no sea una dictadura, que lo es. Lo que no es, es el modelo tradicional con un dictador al frente. Es una dictadura encubierta multi-dictador. ¿No me crees? Revisa tus opciones.
Ah, quizás estás pensando en tus derechos «sobre el papel», porque es el único sitio donde los vas a ver: vivienda digna; trabajo remunerado; formación de calidad que te enseñe a pensar por ti mismo o, ese intrigante derecho a ser igual que el resto de ciudadanos ante la ley.
Reflexiona. ¿Cuándo has visto al estado emplearse a fondo en tu vida? Yo te lo digo. Cuando te han enviado una multa a casa por sobrepasar el límite de velocidad o tu declaración de la renta ha olvidado unos euros.
¿Te ayudó el estado a comprar tu casa o sólo ejerció su derecho de pernada? Y si hablamos de alquilar vivienda, la cosa no mejora. Antes de la democracia existía en España la Ley de Viviendas de Renta Limitada promulgada en 1954. De Franco, sí. Pero, con ella en vigor, no tenías que pedir permiso al estado para sobrevivir.
Los socialistas, en su afán «por mejorar tu vida y dejar atrás al malísimo Franco, culpable de todos los males» dejaron dicha ley sin efecto, algo que ha permitido alcanzar las cotas de locura inmobiliaria miserable que padecemos hoy. Tampoco el PP lo remedió.
Para que se entienda, si quieres ejercer tu derecho a la vivienda, el mismo estado que te asedia con impuestos, se desentenderá de ti con un amable «búscate la vida». O, te dirá que cambies tu voto en las próximas elecciones.
Así podrás pasar de Pedro Sánchez con su declaración de intenciones globalistas y dictatoriales como corresponde a un usuario del pin Agenda 2030, a Feijoo. Otro usuario del mismo pin y misma declaración de intenciones. ¿No parece esto un movimiento sospechoso como los de los trileros? Votes a quien votes, tu voto va al mismo sitio: el éter de lo que nunca existió ni jamás existirá.
Ahora llega la esperanza. No hay mal que cien años dure.
Me llama poderosamente la atención, cómo es posible que Trump, que ha sido tratado por tantos y tantos medios de comunicación –del mundo–, con saña, odio y acoso (un ejemplo: su falso affaire ruso desmentido años después), nada más ser nombrado presidente de EE.UU., algunos de estos mismos desinformadores y cobardes propagandistas, han cambiado el discurso y empiezan a ver «cualidades» en el rubio mandatario.
Me sobrepasa este cinismo y baboseo. Trump tendrá que demostrar que es capaz de vencer al eje del mal instaurado en medio mundo y manifestado a través de las ideas más disparatadas y dañinas de los últimos años. Todas carentes de lógica, sentido común o raciocinio.
Hasta que eso lllegue, sus primeros pasos muestran una voluntad bien distinta a la corriente actual. Un detalle especial ha sido su ley para auditar los billones enviados por EE.UU. a la guerra de Ucrania a través de la administración Biden. Algo que es lo que yo esperaría como ciudadano.
Que se exija responsabilidad a los políticos, por desgracia y merced a las reglas amañadas de la propia democracia, sólo pueden hacerlo los políticos. Por ello, cuando tras años de gobierno del PP, cede el puesto al PSOE, o viceversa, y hacen gala de magnanimidad «perdonando» los errores de la administración anterior ¿qué derecho tienen? Es un acto –más– de traición al pueblo español.
Ellos se lo guisan, ellos se lo comen. Parecen decir: «Aquí no ha pasado nada, porque la falsa oposición va a hacer lo mismo. Somos las dos caras de una misma moneda. Falsa. A ti, españolito, ni te tenemos el menor respeto ni te vamos a dar explicaciones, porque la ley, que la hacemos nosotros y la cambiamos cuando necesitamos proteger a un chungo de los nuestros, es un engaño más; una ilusión del sistema para que te creas que somos todos iguales. Ve y vota. ¡Trabajad que luego comemos!».
Para finalizar, creo que la verdad siempre busca la luz, como el agua su camino.
Todos los medios informativos que llevan años publicando «noticias políticas», todas FALSAS –al cabo de unos días–, son presuntos colaboradores, divulgadores y creadores de fake-news en una labor que no les compete y es anticonstitucional como es la propaganda política.
Su labor se ha convertido en una inestimable correa de transmisión para generar falsa confianza y lavar la imagen de tantos indeseables a los que dan voz, sin aportar absolutamente nada al bien común tras haber olvidado su sagrada obligación de generar información veraz.
Ha llegado la hora de que la verdad salga a la luz. Empezamos por EE.UU. ¿Cuál será el siguiente país en dar el paso?