El alquiler de software, -SaaS o Pay per Use-, no es un modelo más de política de producto. Genera reticencias lógicas. A nadie le gusta pagar, de por vida, una cuota por algo que puedes conseguir comprándolo una sola vez.
Bajo mi punto de vista, el Software as a Service o SaaS persigue una rentabilidad económica constante, inspirada en el modelo “gallina de los huevos de oro” que representan las empresas de servicios como agua, gas, electricidad, etc, el cual conlleva un cambio radical en todos los órdenes, en especial en las motivaciones y percepción de un determinado target group, al convertir a los clientes de un producto, en usuarios de un servicio.
Obviamente, poco o nada tienen que ver estos servicios con el software de un ordenador. Existen diferencias muy acusadas.
Las empresas de software que adoptan dicho modelo, parecen no ser conscientes ¿o tal vez sí?, de que las empresas de servicios funcionan bajo un sistema de monopolio y carecen de sana competencia, lo cual no es extrapolable al mundo del software donde existe una feroz competencia -que nunca está quieta-.
El modelo SaaS, no satisface las necesidades reales de los usuarios, quienes NO PRECISAN, actualizaciones constantes de un programa en su trabajo diario. Desde hace años, ordenadores y programas, ofrecen capacidad sobrada para llevar a cabo las tareas más diversas. Por esta razón y solo por ésta, está condenado al fracaso. Es cuestión de tiempo que el modelo colapse, al no encuadrarse dentro de la tipología que hoy prevalece: las empresas no venden los productos que desarrollan sino que desarrollan los productos que se venden.
La espiral de mejora continua en conocidos softwares es ridícula. En lugar de reconocerlo y cambiar de estrategia, algunas empresas prefieren extorsionar a los clientes con un modelo de alquiler. No es ético, su foco pasa de la satisfacción al usuario, a la necesidad de monetizar sus “mejoras”.
Lo diré de forma clara para que se entienda: el modelo SaaS solo va a funcionar hasta que la competencia de la empresa X, Y o Z reaccione y ofrezca al usuario lo que éste demanda: un programa que se compre una vez y funcione durante años.
Y ¿qué más da? pensarán algunos.
Me temo que no da igual. La diferencia primordial, mal que le pese a las compañías que apuestan por modelos SaaS, es que se olvidan de su competencia y, como ya sabemos, la competencia nunca descansa. Siempre busca un resquicio para aumentar su presencia y cuota de mercado, a expensas nuestras.
Se entenderá mejor con un caso concreto.
Adobe Systems, empresa que requiere poca presentación -¿quién no conoce Photoshop?-, fue la compañía creadora del lenguaje de descripción de página: Postscript. Sin él, los ordenadores actuales no serían tan fáciles e intuitivos de usar.
Sin embargo, puede que pocos recordemos que Adobe, probablemente, ocupe hoy el lugar que tiene en el mercado, gracias a la alianza estratégica que mantuvo en sus inicios con Apple Macintosh. De hecho, al principio, los únicos ordenadores en los que funcionaban los programas de Adobe, eran Macs.
A tales niveles llegó la interacción de ambas compañías que, muchos usuarios de Mac se sintieron traicionados por Adobe, cuando comenzó a desarrollar versiones de sus programas en una plataforma «maldita» para los usuarios de Mac: PC’s con sistema operativo Windows.
Yo viví en primera persona la revolución tecnológica que supuso la inserción del ordenador personal en el mundo laboral a finales de los 80, principios de los 90. Para aquellos que no lo vivieron o lo desconozcan, va esto: Photoshop no fue el primero ni único software de retoque de imagen. En los 80 existían ya algunas estaciones de trabajo con programas semejantes, en ocasiones bastante más potentes, que las primeras versiones de Photoshop.
¿Qué problema detectó Adobe y lo convirtió en ventaja competitiva? Uno, el precio de estas soluciones era prohibitivo y otro, dichos programas iban asociados a soluciones hardware propietarias, es decir, solo funcionaban en una máquina determinada.
La apuesta de Adobe funcionó, al permitir que Photoshop corriera en un ordenador estándar sin exagerados requisitos de potencia o memoria, si por estándar entendemos un Apple Macintosh de entonces. ¿Cuál fue el secreto de su éxito para barrer a la competencia? Sin duda, ofrecer un producto que ampliaba la elección de los usuarios al no vincularlo a hardware específico, a un precio sensiblemente menor.
Llegados a este punto, es hora de volver la vista a la competencia.
Tengo la sensación de que Adobe al impulsar el modelo SaaS en sus productos de la Creative Suite, se ha olvidado de su competencia en un acto de soberbia empresarial. Conozco bastantes casos de usuarios que siguen usando versiones de la Creative Suite previas al modelo CC, para no tener que pagar una cuota de alquiler de por vida. De hecho, en el mercado de segunda mano existe demanda de la versión CS6; la última anterior al modelo de suscripción de pago. Al mismo tiempo, pequeñas empresas han buscado alternativas de software comprado, ofrecidas por la competencia: alquilar y mantener una suscripción de pago instalada en varios ordenadores, resulta caro si las finanzas no son boyantes.
En estos momentos, nada de esto parece preocupar a Adobe Systems quien apuesta por ofrecer sus programas a través de una política de producto que no agrada a buena parte de sus usuarios. Sus reglas del juego, imponen pasar por el aro de un modelo cerrado: igual que hacían las plataformas que barrió con el lanzamiento de Photoshop.
No solo Adobe ha adoptado una política de producto irritante. Hay otros casos como la alemana SAP, que también obliga a pasar por el aro a sus clientes, basada en una gestión de cuasi monopolio.
Así las cosas, si el modelo triunfa, tendremos que acostumbrarnos a pagar un alquiler por usar los servicios y metodología del panadero, frutero, taxista, médico… ¿sigo?
Siento decir que el hardware va por el mismo camino. ¿Dónde está el techo? Las mejoras continuas son ridículas. Hacen falta años para que un ordenador sea radicalmente mejor que otro de hace unos meses, sin embargo su marketing nos espolea a todos para cambiar de máquina constantemente. Si no lo hacemos, nos cambian el sistema operativo para que no funcione en nuestra máquina “vieja”, lo cual enlaza perfectamente con algunos modelos de obslescencia programada, aunque eso ya lo he tratado en este artículo
Luego nos llevamos las manos a la cabeza por la degradación del planeta. Fomentar el consumo de productos innecesarios es una práctica irresponsable que deja en entredicho la supuesta, Responsabilidad Social Corporativa de ciertas empresas.
Ante este panorama, solo se me ocurren dos escenarios: o los usuarios claudicamos en pagar por mejoras que realmente no necesitamos o la competencia de aquellas compañías que apuestan por modelos SaaS, desarrolle softwares alternativos que tengan en cuenta las verdaderas necesidades de tantos clientes insatisfechos y, con ello, reescriba las reglas del juego.